Catalunya es un viejo país mediterráneo que ha aprendido, a fuerza de golpes y a lo largo de su ajetreada historia, que no puede confiarse sólo a las instituciones públicas - en muchas épocas sentidas como ajenas - la defensa y el fomento de la propia cultura, entendida desde siempre como la seña de identidad básica en la que se funda la realidad histórica catalana. Y esta es una de las razones que explican la indudable capacidad de la sociedad civil de esta tierra para generar múltiples iniciativas encaminadas a la realización de actividades diversas, pero unidas todas ellas por una idéntica finalidad última: el mantenimiento, desarrollo y perfeccionamiento de su personalidad colectiva.
En este marco se inscribe la aparición, hace tres años, de una iniciativa como TRIBUNA BARCELONA, que, no obstante su modestia y juventud, está revestida de las dos características que tradicionalmente definen las iniciativas de la sociedad civil catalana en esta campo: la pluralidad en sus orígenes y la solidaridad en su desarrollo.
La pluralidad en sus orígenes resulta palmariamente expresada en la relación de todas las entidades que unieron sus esfuerzos para hacer realidad el proyecto de TRIBUNA BARCELONA, y que son las mismas que están representadas en su actual Junta directiva: desde instituciones públicas a colegios profesionales, desde asociaciones diversas a clubs deportivos. Unidos todos ellos por un mismo designio: dotar a Barcelona de un foro de opinión que pueda acoger en su seno el debate sobre las grandes cuestiones que conforman el horizonte, tremendo pero sugestivo, de este cambio de milenio.
Y la solidaridad en su desarrollo resulta también obvia si se constata que, en el núcleo germinal de TRIBUNA BARCELONA, están representados todos los grupos políticos que integran el arco parlamentario catalán; y si se advierte, así mismo, que la relación de conferenciantes invitados hasta ahora responde a evidentes criterios de apertura intelectual y de amplitud de miras.
Todo ello define un proyecto que está haciéndose ya realidad, de la única manera posible en este tipo de iniciativas: con conciencia de sus límites, con voluntad de servicio a la comunidad y con amor a la libertad.
Juan-José López Burniol